‘SÍNDROME DEL BEBÉ
SACUDIDO’ –una respuesta de la Drª. Waney Squier
La drª. Waney
Squier responde a un reciente artículo in Family Law Week.
El
25 de febrero de 2010, Family Law Week publicó un artículo de John
Tughan que se refería a la sentencia en Re S [2009] EWHC 2115. Hemos
recibido una carta de la drª. Waney Squier, que es mencionada en el
artículo y la sentencia.
La
drª. Squier se ha ofrecido a escribir un artículo sobre este tema.
Los editores de Family Law Week no consideran que éste sea un foro
apropiado para discutir asuntos de desacuerdo médico complejo. En su
lugar publicamos la siguiente carta de la drª. Squier. La propia
Family Law Week no mantiene opiniones en asuntos de peritaje médico,
y por tanto las opiniones expresadas son las de la drª. Squier.
Departamento
de Neuropatología
Nivel
Uno Ala Oeste
Hospital
John Radcliffe
Oxford
0X2 6QY
9
de abril de 2010
Muy
señor mío,
En
febrero de 2010 Family Law Week publicó un análisis por el señor
Tughan de la sentencia de la señora JK in Re S [2009] EWHC 2115.
(Family Law Week: febrero del 2010). Agradezco la oportunidad de
responder.
Las
observaciones del Dr. Al-Sarraj citadas en el artículo son a la vez
inexactas y poco representativas.
Yo
no creo que hipoxia por sí sola cause derrame subdural tan como he
señalado en numerosas ocasiones, tanto en informes para los
Tribunales como en mis publicaciones académicas; es un poco más
complicado que eso. Me plantearon eso durante el juicio; mi respuesta
fue que yo nunca he declarado eso y no creo eso.
Estos
asuntos son con mucho demasiado serios como para ser cuestiones de
fe; la opinión médica no debe basarse en creencias, sino en
observación empírica y revisada por otros expertos, evidencia
objetiva, científica.
Es
una cuestión de evidencia objetiva que los vasos sanguíneos de la
duramadre infantil son inmaduros y mucho más extensos que en la vida
posterior.
Es
una cuestión de evidencia objetiva que la hemorragia dentro de la
duramadre del joven niño es común.
Es
una cuestión de evidencia objetiva que el bebé enfermo, hipóxico
con ventilación puede desarrollar una coagulación sanguínea
deteriorada. Esto predispone a, o exacerba, la hemorragia.
Sólo
considerando la totalidad de la evidencia y la altamente compleja
fisiopatología específica del joven cerebro infantil y su riego
sanguíneo se puede alcanzar una opinión válida.
Fundamental
en tantos de estos casos, y tan frecuentemente trivializado, es un
prolongado período de hipoxia con reanimación posterior y edema
cerebral. Son estas características las que distinguen a los bebés
con la “tríada” (hemorragia retinal y subdural y encefalopatía)
del síndrome de muerte súbita del lactante. Un estudio presentado
el último mes a la American Academy of Forensic Science indica que
ésos son los factores críticos asociados con hemorragia retinal
(1). No se ha emprendido el mismo estudio con respecto a hemorragia
subdural, si bien estudios multicéntricos, comparando parada
cardíaca intrahospitalaria con extrahospitalaria, han confirmado los
efectos devastadores sobre el cerebro de un colapso prolongado
seguido de reanimación (2).
También
discuto la afirmación de que yo soy la única de 40-44
neuropatólogos en este país que mantienen esa creencia. No sólo,
como he indicado arriba, no sostengo esa creencia, sino que la
estadística es engañosa. Que yo sepa, sólo hay 5 neuropatólogos
que participen regularmente en el estudio del cerebro infantil en
escenarios forenses: esto se refleja en su asistencia a un encuentro
en el Colegio de Patólogos en Diciembre de 2009 (3). Entre estos 5
sólo dos de nosotros dedicamos una parte significante de nuestra
práctica diagnóstica diaria al estudio de cerebros de bebés
muertos dentro de todo el espectro de enfermedades naturales. Esta ha
sido mi práctica principal durante 30 años. Los demás no poseen
tal experiencia diaria. Estaba claro desde el encuentro en el Colegio
que existe una considerable divergencia de opinión y que yo no estoy
en absoluto sola en mis opiniones. Los otros más o menos 35
neuropatólogos no han sido encuestados, que yo sepa, ni tendrían
una experiencia suficiente en lesión cerebral pediátrica y la
literatura en veloz desarrollo como para formarse una opinión
objetiva.
Se
me acusa de aferrarme a una hipótesis; por el contrario mis
criterios, compartidos por cientos a lo largo del mundo, continúan
evolucionando. Están basados en la incontrovertible evidencia
proporcionada por el tejido que veo diariamente en los portaobjetos
del miscroscopio y formada por investigación y examen crítico de la
literatura científica. Lo que es asombroso es que la “opinión
médica general” ha permanecido justo eso, opinión; apoyada no por
evidencia sino por cuarenta años de repetición.
La
sacudida como causa de hemorragia subdural no ha sido apoyada por
investigación biomécanica; ya en 1988 Duhaime escribió ““síndrome
de bebé sacudido” es un nombre inapropiado, implicando un
mecanismo de lesión que no responde mecánicamente a los resultados
radiográficos o patológicos” (4). Es inconsistente con la
anatomía de la cabeza infantil y, a pesar de una estimación de
70.000 casos diagnosticados en el Reino Unido y E.E.U.U., nunca se ha
presenciado independientemente que cause el colapso de un bebé
previamente sano. El sostén principal de la hipótesis es la prueba
por confesión (5).
Si
no es sacudida, entonces debe considerarse el impacto. Si no hay
evidencia de impacto o violencia (autopsia significa ver por uno
mismo), entonces esta consideración deber ser clasificada,
pragmáticamente, con todos las otras causas posibles de colapso y de
acuerdo a los hechos del caso concreto.
Cualquier
intento de los tribunales para simplificar estos asuntos llevará a
malentendidos. Las dificultades de presentar evidencia científica en
los tribunales han sido discutidas por Tuerckheimer (6), que subraya
“las tensiones que prosperan cuando ciencia y justicia penal se
encuentran” y expresamente que “Porque está totalmente
construido por y depende de peritaje médico, el Síndrome del Bebé
Sacudido (SBS) plantea de una forma cruda los problemas que surgen
cuando la ciencia deja atrás a la ley...”
Se
han hecho avances en la última década. Hoy en día, como el señor
Tughan observa correctamente, la “tríada” ya no se acepta como
diagnóstico de lesión no accidental sino que es considerada en su
lugar “como una mera hipótesis.” La jueza King está igualmente
en lo cierto al reconocer que todavía no conocemos todo el abanico
de causas naturales y accidentales para la tríada.
Mientras
tanto, continuaré esforzándome por “lanzar luz en rincones que
estaban... oscuros.”
Si
los abogados son reacios a cuestionar una opinión que sólo está
convalidada por repetición, o a profundizar bajo los temas legales y
explorar la ciencia, entonces habrá errores judiciales. Y las lanzas
y flechas seguirán apuntando a los mensajeros.
Se
despide atentamente
Drª.
Waney Squier
Neuropatóloga
especialista
Lista
de referencias
(1)
Matshes E. Retinal and Optic Nerve Sheath Hemorrhages are not
Pathognomonic of Abusive Head Injury. 10 A.D. Feb 24; 2010.
(2) Moler FW, Meert K, Donaldson AE, Nadkarni V, Brilli RJ, Dalton HJ, et al. In-hospital versus out-of-hospital pediatric cardiac arrest: a multicenter cohort study. Crit Care Med 2009 Jul;37(7):2259-67.
(3) Royal College of Pathologists. Report of a Meeting on the Pathology of Traumatic Head Injury in Children. 2009.
(4) Duhaime AC, Gennarelli TA, Sutton LE, Schutt L. The "Shaken Baby Syndrome" : a misnomer? J Paediatric Neurosciences 1988;4(2):77-86.
(5) Christian CW, Block R. Abusive head trauma in infants and children. Pediatrics 2009 May;123(5):1409-11.
(6) Tuerckheimer D. Criminal Justice at a Crossroads: Science-Dependent Prosecution and the Problem of Epistemic Contingency. Alabama Law Review 62. 2010. 1-8-2010.
(2) Moler FW, Meert K, Donaldson AE, Nadkarni V, Brilli RJ, Dalton HJ, et al. In-hospital versus out-of-hospital pediatric cardiac arrest: a multicenter cohort study. Crit Care Med 2009 Jul;37(7):2259-67.
(3) Royal College of Pathologists. Report of a Meeting on the Pathology of Traumatic Head Injury in Children. 2009.
(4) Duhaime AC, Gennarelli TA, Sutton LE, Schutt L. The "Shaken Baby Syndrome" : a misnomer? J Paediatric Neurosciences 1988;4(2):77-86.
(5) Christian CW, Block R. Abusive head trauma in infants and children. Pediatrics 2009 May;123(5):1409-11.
(6) Tuerckheimer D. Criminal Justice at a Crossroads: Science-Dependent Prosecution and the Problem of Epistemic Contingency. Alabama Law Review 62. 2010. 1-8-2010.
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