THE LANCET
Volumen
352, número 9125
Bebés
sacudidos
El
20 de julio, Helen Stacey, registrada como cuidadora infantil por una
autoridad local del Reino Unido, fue encarcelada de por vida después
de ser declarada culpable de asesinar al bebé de 5 meses Joseph
Makin, que había quedado a su cuidado. El niño murió,
presuntamente, tras ser sacudido de manera similar a como Matthew
Eappen, en los E.E.U.U., fue sacudido y murió. Louise Woodward, su
niñera, fue posteriormente declarada culpable de homicidio
involuntario. 2 días después de la sentencia de Helen Stacey,
Louise Sullivan, una niñera australiana que trabajaba en Londres,
fue acusada de causar la muerte de un bebé, Caroline Jongen, al
sacudirla.
Desde
que el “síndrome del bebé sacudido” fuera descrito por primera
vez por Caffey en 1972, como una combinación de hemorragia subdural
y subaracnoide con fracturas por tracción metafisiana y hemorragias
retinianas, ha existido desacuerdo sobre qué características
componen el síndrome y cómo la sacudida podría causarlas. Duhaime
y sus colegas, escribiendo recientemente en el New England Journal
of Medicine, llegaron incluso a sugerir que porque la mayoría de
niños que son lesionados o asesinados de esta manera también
muestran evidencia clínica, radiológica o necróptica de impacto
contundente en la cabeza, el síndrome debería llamarse el “síndrome
de impacto con sacudida”. La situación es aún más confusa ya que
el daño intracerebral es causado por deceleración angular repentina
más que por fuerzas específicas de contacto. Si la superficie de
contacto es blanda, puede no haber ningún signo externo de
traumatismo craneal.
Con
una definición tan incierta, no es sorprendente que el síndrome
haya sido mal diagnosticado y que en algunos niños con hematomas
subdurales debidos a otras causas se sospeche del “síndrome del
bebé sacudido” con padres o cuidadores acusados de agresión. Las
consecuencias de un error tal son espantosas. Un pediatra del Reino
Unido, el dr. David Southall, contó a un programa de televisión,
Newsnight, en enero de este año, “Está bastante claro que
hay un consenso sobre esto... con respecto a hemorragia subdural
aguda en bebés, si hay hemorragias retinianas y otras lesiones,
entonces es maltrato infantil. Esto representa el 95% de los casos”.
En el mismo programa, el dr. Bernard Knight, un preeminente patólogo
forense negó que existiera tal consenso y añadió que “hay casos
médicamente atestiguados, no muchos, de niños cayendo de un sofá o
una silla y sufriendo una subdural... Y decir que el 95% se deben a
LCI (lesión no accidental) todavía nos deja con el 5% que no. ¿Cómo
sabemos en cada caso particular si es el 95% o el 5%?” El programa
Newsninght trataba de un niño cuyo hematoma subdural se
atribuyó erróneamente a lesión no accidental. La madre estaba
asombrada: “Y entoncen yo dije, ‘Bien, sabe, me voy a casa’ y
en ese momento el trabajador social me señaló que si me lo llevaba
(a mi hijo) de la sala, se pondrían en contacto con la policía.”
Ataques violentos a niños llamaron la atención médica a principios
de los 60. Los traumatismos craneales plantean dificultades
especiales, sobre todo a falta de cualquier signo externo de
violencia. Ninguna imagen o investigación clínica puede distinguir
con certeza entre lesión accidental o intencionada. Es por lo tanto
especialmente importante que se preste una atención más concienzuda
al “síndrome del bebé sacudido” y que se establezca una
definición aceptable. Podría ser útil, por ejemplo, excluir del
diagnóstico cualquier evidencia de impacto contundente, y decidir
hasta qué punto las hemorragias retinianas son síntoma de sacudida.
Si, 26 años tras la descripción de Caffey, los doctores todavía no
se han decidido sobre el “síndrome del bebé sacudido”, las
dificultades que afrontan los peritos para ofrecer testimonios
médicos ante el tribunal, y el jurado y el juez para darles sentido,
son fácilmente imaginables.
Recientes
procesamientos con éxito por asesinato a mujeres acusadas de haber
causado la muerte de un bebé mediante sacudida han aumentado la
conciencia pública y profesional del “síndrome del bebé
sacudido”. Esperemos que tal aumento de conciencia sea moderado con
precaución ante al sobrediagnóstico. Las lecciones de Cleveland,
Reino Unido, a finales de los 80, deben permanecer bien aprendidas.
En aquel episodio, dos pediatras pretendían haber destapado una
epidemia de abuso sexual infantil. Confiados en signos físicos que
se demostraron poco fiables, los doctores separaron a niño tras niño
de sus padres. Toda la enormidad de este error judicial tardó meses
en aparecer. Las muertes de Matthew Eappen, Joseph Makin, y Caroline
Jongen no deberían llevar al diagnóstico prematuro de “síndrome
del bebé sacudido”.
The
Lancet
No hay comentarios:
Publicar un comentario